A cada tipo de vino le corresponde una copa. Y es que es en la copa correcta en la que cada vino encuentra su mejor aliado, aquel que sabe resaltar mejor sus cualidades. En este segundo artículo sobre las copas, os voy a dar unos cuantos consejos para que sepáis qué copa elegir para tomar un vino. Se acabaron las excusas para no convertirse en el perfecto anfitrión:
Una buena copa debe permitir que se aprecien todas las características de un vino, sin perder por ello su protagonismo y esbeltez en mesa. Además, una copa adecuada debe ser estable, con base suficiente y fuste o pierna de longitud adecuada al cristal del recipiente. No debe olvidarse que la copa también es de gran importancia en el servicio del vino, y que su aspecto también es influyente a la hora de como percibimos el vino. Últimamente, están de moda que las copas sean cada vez más grandes y amplias para los grandes vinos tintos, y adecuadas para cada vino en concreto. Hay marcas muy reconocidas en el mercado que se dedican de forma exclusiva o, casi en exclusiva, a la fabricación de este tipo de copas.
Otras consideraciones a tener en cuenta a la hora de elegir una copa son, por ejemplo, que las copas no tienen que llenarse nunca más de la tercera parte de su capacidad. De esta forma, no solo facilitamos la percepción de aromas, sino que también podemos agitar el vino en su interior sin miedo a derramarlo. La copa ha de estar siempre bien limpia, y debe permitir ver su contenido a trasluz. También debe de ser cómoda, que permita ser asida y beber de ella con facilidad. Y por último, debe ser atractiva y elegante, sin caer en lo barroco o recargado.
Espero que os gusten mis consejos. Si queréis aportar algo nuevo, ya sabéis que podéis hacerlo a través de vuestros comentarios en el blog, en facebook o en twitter. Hasta otra, amantes del vino.